Los entierros de Barbacoa, de Banquillo y de Boveda
Cita Recomendada:
La siguiente transcripción ha sido adaptada del documento original, por lo que el formato puede diferir y puede contener errores.
El término BARBACOA no significa en este relato el nombre de un lugar determinado en nuestro país y lo mismo se advierte sobre la palabra BANQUILLO o sobre BÓVEDA.
Se trata de palabras fúnebres para el campesinado del Distrito de la Chorrera, Provincia de Panamá, válidas para los años anteriores al 1930.
En este caso especial, el “Entierro de Barbacoa” recibe este nombre, porque se lleva al muerto a su última morada en un mueble hecho de palos rústicos y amarrados con bejucos. Tiene el mueble forma de camilla, con dos largueros principales, cuya distancia en paralelo equivale al ancho de los hombros de una persona. Esta camilla o Barbacoa está hecha para ser llevada por dos hombres, uno delante y otro detrás.
La camilla Barbacoa hace el oficio de ataúd sólo para cargar el difunto hasta el cementerio, ya que el cuerpo se deposita en el hueco sin recipiente de clase alguna.
Este sistema de entierro era común para aquellos difuntos de pocos recursos económicos, a cuyos dolientes les era imposible comprar o hacer el ataúd actualmente en uso. Hasta donde se sabe, antes de nuestra vida republicana independiente, era una costumbre corriente entre el campesinado chorrerano.
La camilla Barbacoa, después de los dos largueros principales, lleva en medio un grupo de palos cortos en forma de X que construyen en el medio un canal del tamaño del muerto, esto con el propósito de fijar el cadáver ante las sacudidas del viaje. Las dos hileras opuestas que forman los palos cortos son afianzadas por dos largueros más cortos que los principales. En la parte superior, la camilla lleva varios palos arqueados que sirven para sostener una sábana a manera de dosel, a fin de conducir al muerto cubierto. (Dibujo N. 1)

La sepultura para el entierro sin ataúd se practicaba en las dos formas siguientes:
1. Sepulcro de Bóveda.
Se hacía un hueco en forma de zanja, de una profundidad de siete pies aproximadamente, igual que como se hacen actualmente, pero como el cuerpo iría sin caja, se le abre una cavidad adicional que es lo que llaman Bóveda, para que le entre la cabeza. Esto se hacía porque consideraban muy doloroso que el peso de la tierra o el golpe del relleno les cayera en el rostro.

2. Entierro de Banquillo.
La segunda forma de sepultura es la llamada “Entierro de Banquillo”. Se abre el hueco en forma de zanja como el anterior pero con medida más larga que el muerto, a una profundidad de siete pies. Estando a esa profundidad, el fondo del hueco se reduce al tamaño exacto del difunto, hundiéndolo tres pies aproximadamente. Después que el muerto se trae al cementerio en la camilla Barbacoa, se le baja al plan de la sepultura y en el escalón que quedó después de la reducción del hueco principal se colocan palos y hojas en forma de techo de manera que el muerto quede cubierto. Ese techado, cuyos extremos están soportados por el escalón o Banquillo, hace que el muerto quede dentro de la cavidad formada por la zanja pequeña, con su techo soportando la tierra encima. (Fig. 3)
