Antigüedades
Cita Recomendada:
La siguiente transcripción ha sido adaptada del documento original, por lo que el formato puede diferir y puede contener errores.
1. Generalidades
Esta parte número uno del tema de la Primera Oleada de Población sobre el Istmo de Panamá, trata de la parte más antigua del tema, la parte que generalmente tratan los arqueólogos.
Ha sido dividida en temas, según la secuencia de la percepción que del objeto han tenido los expertos, antiguos y modernos.
Se ha agregado como curiosidad una interpretación de hachas de piedra prehistóricas recogida recientemente.
El Tema del Oro como motor de gente común y de investigadores calificados parece el más antiguo. Debe haber guiado olvidados saqueos de tumbas de Amerindios durante muchos siglos. Se suministra un ejemplo de un científico de lo acontecido en esta línea en los años 40 y 50 del siglo pasado.
El Tema de las Tumbas revela un avance sobre la unilateralidad de la visión aurífera de las antigüedades del Istmo. Comienza este tema por los años 60 del pasado siglo y no pierde vigencia aún en la actualidad.
El Tema de la Cerámica constituye, al parecer, otra etapa bien marcada. Se instala por los años 80 del siglo XIX, sigue activo por los años 10 del siglo XX y en realidad continúa hasta nuestros días refinándose en sus concepciones. Dos tendencias interpretativas se pueden percibir en este tema: Cerámica como objeto artístico y cerámica como marcadores temporales. Ambas tendencias siguen vigentes.
El Tema de los Templos tiene vigencia en los años 20 acompañado de especulaciones cerámicas dirigidas a posicionar las civilizaciones del istmo en el conjunto de América.
El Tema de las Culturas Provinciales tiene vigencia por los años 30 y 40 de este siglo y decrece durante los años setenta. Se trata de que se intentaba equiparar culturas prehistóricas con provincias políticas del Istmo. Esto parece que fue el resultado de mayor número de investigaciones.
El Tema de la Profundidad Temporal corre en realidad por mucho tiempo, puesto que muchos de los esfuerzos interpretativos de los tiempos anteriores intentaban contestar la pregunta: ¿De cuándo es esto? Pero para razones prácticas esta pregunta pudo ser contestada con alguna satisfacción desde los años cincuenta de nuestro siglo.
E1 Tema de los Sitios se refiere a la aceleración del interés de buscar y localizar temporalmente Sitios durante los años sesenta.
El Tema de la Subsistencia es un tema muy moderno, muy técnico, que involucró grandes expediciones con muchos especialistas y que intentaba colectar datos ecológico-arqueológicos. Tuvo su auge durante los años setenta.
El Tema de la Primera Oleada es un intento de unificar datos provenientes de antigüedades con posteriores.
Hachas prehistóricas: Piedra de rayo
Interpretación hispanoamericana
Este material fue recogido por Alberto Osorio de labios de una campesina santeña el 6 de febrero de 1976. Se trata de una versión muy antigua procedente de Europa, de cuando no se percibía la relación entre estas herramientas y los antiguos hombres que las fabricaron.
Un día, en una visita que hice a una familia en el campo, vi, colocada sobre una tabla donde colocan la máquina de moler maíz, una piedra en forma de coa, o sea, una piedra alargada con un extremo un poco agudo. Cuando le pregunté a la señora que dónde había conseguido esa piedra, la señora me dijo que esa era una “Piedra de Rayo” y que la había conseguido en la pata de un palo de nance donde había caído un rayo hacia siete años.
Me siguió la historia diciéndome que el rayo es una piedra que cae del cielo y que destruye cualquiera cosa donde caiga. Dice ella que el palo de nance donde cayó la piedra se destapó por la mitad, secándose a los pocos días. Ella puso una señal sobre ese lugar y así pudo encontrar la piedra a los siete años de haber caído el rayo.
2. Oro
La gente hispanoamericana del Istmo de Panamá supo por mucho tiempo que las tumbas de los habitantes anteriores a ellos contenían oro. Un oro a veces bueno, a veces menos bueno, pero siempre capaz de sacar al descubridor de dificultades económicas.
Y por siglos las han buscado y obtenido dividendos de su búsqueda. Aún en los años 80 del siglo XX , sigue esa mentalidad, si no prevaleciendo, al menos activa.
Importantes hallazgos registrados han sido los de Cañas Gordas en Chiriquí, por 1840.
Las tumbas de Bugaba, también en Chiriquí, pusieron a casi toda la población a excavar y a encontrar.
La cosa llegó a tal extremo que se formó una “Legislación sobre Bienes Públicos”, por medio de la Ley del 3 de octubre de 1859, la cual determina las “Formalidades con que deben explorarse los depósitos conocidos con el nombre de”Guacas de Indios”. Esta legislación muestra que las ideas sobre el tema quedaban limitadas al oro de las tumbas.
Juan Franco escribió en 1792 sus apuntes llamados “Breve Noticia o Apuntes de los usos y costumbres de los habitantes del Istmo de Panamá y sus producciones” (Instituto Nacional de Cultura1978). Ahí señala Franco lo siguiente (1978.52):
Creen en la inmortalidad del alma y que ésta luego que muere va con el cuerpo a la otra vida. Este viaje no lo consideran muy distante y por esto a los que mueren cuidan de ponerles comida para algunos días y todas las alhajas que tienen, por cuya razón en sus huacas y sepulturas se encuentran siempre vasijas de barro y el animal favorito hecho de oro que traía al cuello el difunto. Entre éstos he visto sapos, culebras, ranas, monitos y murciélagos regularmente trabajados que sacan de las excavaciones. Estos se repiten con más frecuencia junto al pueblo de San Francisco de la Montaña, en el sitio que llaman Las Juntas, porque en él se une el Río Gatún con el Santa María. Los indios gentiles vecinos de este lugar debían de ser artífices dedicados a la labor del oro, según todas las apariencias que se presentan, pues profundizando sólo a un pie se han encontrado grandes porciones de este metal fundido o hecho tumbaga en partecillas muy menudas como despojos de los obradores que debían hallarse en este paraje para su labor. Principalmente se encuentran con abundancia anzuelos como para pescar, unos perfectos y otros rotos o a medio concluirse.
Los años 40 del Siglo XIX
Por los años de 1840, la gente de la población de Cañas Gordas, en Chiriquí, abrió unas antiguas tumbas de donde extrajeron oro que pesó dos arrobas (50 libras). Cuando el tesoro llegó a David, el General Morazán, último presidente de los Estados Unidos de Centroamérica, formó una Compañía para explotar las tumbas, pero fracasó.
Los años 50 del siglo XIX
En 1858 se abrió el cementerio de Bugaba en Chiriquí, del cual, según Lothrop, se sacaron 10,000 onzas de oro en término de dos años. Gran parte de la población de Chiriquí se dedicó a saquear tumbas por su contenido metálico. F.M. Otis publicó “Los Nuevos Descubrimientos de Oro en el Istmo de Panamá” en 1859 en la Revista Harper’s Weekly de New York (Rev. Lotería, Publicación No. 12 1960). Otis escribió lo siguiente: “Seguramente la época en la cual vivimos puede denominarse la Edad de Oro.
El último, aunque quizás no el menos interesante, de los grandes descubrimientos de oro de esta edad, ha ocurrido últimamente en el Istmo de Panamá. En un día de la última parte de junio pasado, un vecino de Bugabita- una pequeña población del distrito de Boquerón en la Provincia de Chiriquí (Nueva Granada)- mientras vagaba por la montaña en la vecindad de su rancho, encontró un árbol que había derribado la tormenta anterior, y debajo de sus raíces vio una pequeña vasija de barro. Al examinarla comprobó que contenía envueltas en un pedazo de tela semipodrida por el tiempo, diversas figuras de curiosas y fantásticas formas de un metal tan amarillo y brillante que le hizo sospechar que era oro.
Dándose cuenta de que se encontraba en medio de una antigua “Guaca” indígena, o sepultura, inmediatamente comenzó a explorar los pequeños montículos que había por doquiera, astutamente sospechoso de que ellos debían contener tesoros semejantes.
El resultado fue que en corto tiempo (364 días) tuvo éxito en exhumar no menos de 75 libras de oro. Sin embargo, como no estaba seguro de la calidad y valor del metal, reveló a su vecino su descubrimiento, y en menos de quince días más de 1,000 personas se pusieron a trabajar allí, habiendo excavado “más de nueve arrobas (225 libras) de figuras de oro, la mayor parte de las cuales probó ser oro fino”. (1960:4)
3. Tumbas
El 16 de abrí de 1867, el periódico de la Ciudad de Panamá “El Céfiro” publicó una traducción de un artículo llamado “Sepulturas Indias del Departamento de Chiriquí en el Estado de Panamá” hecho por MA. de Zeltner, Cónsul de Francia, Miembro correspondiente de la Comisión Científica de México y de la American Ethnological Society. Este interesante artículo fue traducido al español y publicado en ese idioma por Manuel Gamboa, literato panameño. El mismo artículo fue republicado en el “Boletín del Museo Chiricano” No, 4 de mayo de 1967.
Resumen del artículo de De Zeltner:
De Zeltner encontró 6 tipos de tumbas.
- Tumbas de forma redonda.
- Las mismas tumbas fortificadas (Guacas de Fuerte).
- Las tumbas sostenidas por pilares de piedra sin bóveda.
- Las tumbas con pilares y bóveda formada con baldosas planas.
- Las umbas con bóveda de tierra,
- Las tumbas de canal (Guacas de Canal).
Según sus palabras:
“Se llaman en el país Guacas las tumbas de una raza extinguida hoy y que ha debido ser muy numerosa y muy rica, porque es inadmisible que tribus lejanas hayan transportado sus muertos a esa comarca.
“Las guacas (les conservaré ese nombre), se encuentran esparcidas en todo el territorio del departamento de Chiriquí. Fue en el año 1859, que algunos individuos concibieron la idea de excavar esas sepulturas con el fin de extraer de ellas los objetos preciosos que se suponía encerraban. La esperanza de los especuladores no se engañó porque, considerable ha sido el número de objetos de oro que se han extraído y grandes las ventajas que se han realizado.
“Cada día se descubren nuevos cementerios y sería de desearse que las personas animadas de gusto arqueológico se transportaran a esos lugares con el propósito de regularizar las excavaciones”.
4. Cerámica
Se trata aquí de las ideas que prevalecían hacia los anos iniciales del presente siglo. Y aparentemente se encontraron dos tendencias, una artística museográfica y otra que intentaba usar una tipología con propósitos comparativos temporales. La primera tendencia se centraba mucho en la posesión y colección de vasos de cerámica, primeramente porque con frecuencia resultaban bellos y dignos de ser expuestos en los museos. Tal tendencia se manifiesta hasta en nuestros días. Las otra tendencia intentaba derivar de la simpleza o complicación de los estilos de los vasos, alejamiento o cercanía a nuestros tiempos. Casi fuera de serie, resultó para el istmo, el escrito de Menard, sobre Antigüedad derivada del estilo de fabricación de objetos de piedra.
Menard de Saint Maurice publicó en 1889 su estudio llamado Contribución al estudio de la edad de piedra en el istmo de Panamá. Este estudio pertenece al período correspondiente al primer poblamiento del Istmo de Panamá, La idea que intentaba trasmitir Menard de Saint Maurice en el siglo pasado era que sus hallazgos de artefactos de piedra en la cuenca del Río Mazimbar, afluente del Río Obispo, eran importantes pistas de los hombres más antiguos del istmo, equivalentes al Musteriense Europeo.
En 1888 William H. Holmes publica su estudio Hamado Arte Antiguo de la Provincia de Chiriquí. Posteriormente en 1911, George Grant MacCurdy publica su Estudio de las Antigüedades Chiricanas.
Para el análisis de lo actuado por estos dos autores suministramos el resumen de Rubio (Indios y Culturas Indígenas panameñas - 1949):
“Por la técnica y ornamentación de su cerámica distinguen 8 tipos de alfarería, correspondientes a 8 tipos de culturas, denominadas algunas según los animales que aparecen representados. Son las siguientes:
- Cultura del vaso del armadillo, con motivos decorativos de dicho animal.
- Vasos con asas, ligeramente pintados.
- Vasos negros, ornamentación grabada, motivo de la serpiente.
- Vasos castaños o chocolates, ornamentación grabada, motivos de espinas de pescado. Los tipos que siguen presentan su cerámica pintada:
- Cultura de los trípodes, ornamentación con figuras de pescado.
- Vasos con pintura negativa.
- Vasos de tipo aligator o caimán.
- Cultura de la cerámica policromada (que alcanza gran desarrollo en Coclé y Los Santos). Según MacCurdy esta escala es progresiva”.
5. Templos
El asunto que llamó la atención de los años veinte fue el llamado Templo del Rio Caño. No tanto por la existencia de áreas sacras en el Istmo, que eran de todas maneras probables (y que están aún en discusión), sino por las valoraciones agrandadas de lo que se iba encontrando en el Istmo en aquel tiempo.
El esfuerzo de los nativos se centró en una legislación defensiva de sus intereses, que reemplazaba el viejo concepto que equiparaba a las tumbas con minas de oro, o sea cosa explotable. Además de esto, los nativos intentaron implementar la defensa de sus intereses adecuando un espacio para Museo Nacional.
Ley de Control Arqueológico de 1925
Se trata del Decreto No. 7 de 1925 (de 23 de febrero), por el cual se dictan varias disposiciones relacionadas con los monumentos y objetos arqueológicos:
El Presidente de la República, en uso de sus facultades legales y de acuerdo con la Ley 41 de 1924 y con las resoluciones 3 y 4 del Tercer Congreso Científico Panamericano, que recomienda promover la conservación de los monumentos y objetos arqueológicos en beneficio de la Historia y de la Ciencia, decreta:
Articulo 1: Desde el 19 de mayo próximo quedan prohibides terminantemente la explotación y el comercio de monumentos y objetos arqueológicos por personas inexpertas y sin la debida autorización.
Parágrafo:
A este fin se consideran monumentos las minas de ciudades, fortalezas, casas, tumbas, yacimientos arqueológicos y todo vestigio de las civilizaciones aborígenes, los cuales, según la ley y el presente decreto, son propiedad de la Nación.
Articulo 2: Para que las instituciones científicas, los especialistas o las personas que ofrezcan garantía suficiente de experiencia arqueológica puedan explotar los yacimientos arqueológicos y dedicarse a trabajos de investigación, necesitan tener un permiso escrito del Poder Ejecutivo, por el Órgano de la Secretaría de Instrucción Pública
Articulo 3: Las personas o instituciones que obtengan estos permisos deberán comprometerse a entregar a las autoridades del caso, para los Museos Públicos del país, todas las especies extraídas, con excepción de los ejemplares duplicados que podrán quedar en poder de aquellas.
Artículo 4: El Gobierno podrá acordar a los exploradores una remuneración, que se fifará por medio de peritos, cuando se trate de ejemplares únicos
Museo Nacional - 1925
Según un resumen de Ángel Rubio (Panamá: Monumentos Históricos y Arqueológicos, 1950: 45), fue creado por el Decreto No. 50 de 1925, de acuerdo con la Ley 41 de 1924 y con el Decreto No. 7 de 1925. Se instaló el 1ro de Julio de 1925.
Tuvo en sus comienzos un Departamento de Ciencias Naturales que funcionó en uno de los edificios del Viejo Hospital de Santo Tomás y un Departamento de Historia y Etnología que ocupó en 1925 una casa propiedad del Estado y situada en el Pasto de las Bóvedas. Por el decreto de creación se nombró Director del Museo Nacional al Profesor de Ciencias Naturales del Instituto Nacional, Dr. Alejandro Méndez Pereira, quien continúa al frente del mismo después de haber contribuido con su laboriosidad y competencia a su organización y desarrollo.
En 1939 se dispuso el traslado del Museo Nacional al Edificio que ahora ocupa totalmente en la Avenida Cuba. Está distribuido en dos plantas. La Planta Baja contiene la sección de arqueología y de Historia. Posee valiosísimos y abundantes ejemplares de objetos materiales de las culturas de Chiriquí, Coclé, Herrera, Veraguas y Darién. Su colección de cerámica sube de 3,000 ejemplares. Cuenta con una magnífica colección de objetos de orfebrería. La sección de Historia contiene documentos del período colonial y del siglo XIX, además, retablos, altares, imágenes, armas, banderas, cañones y algunos interesantes planos, como el de la Ciudad de Panamá, de Fernando Saavedra, de 1688, del que posee una buena copia, La Planta Alta presenta las secciones de Historia Natural y de Etnología, con abundantes ejemplares de flora y fauna panameñas científicamente clasificados. Especialmente importante es la colección de moluscos recogidos en Panamá por el Dr. Méndez. Recientemente se ha visto enriquecido con los notables monolitos y otros objetos encontrados en Barriles (Chiriquí) en 1947, y con los procedentes de las excavaciones de Herrera y Monagrillo (1948) y del mismo Barriles (1949), así como con los curiosísimos restos paleontológicos encontrados en la Coca (Distrito de Ocú, Provincia de Herrera) pertenecientes a un corpulento animal prehistórico aún no clasificado.. (1950:46)
El templo del Río Caño - 1925
El hombre que inició el problema del Templo del Río Caño fue Hyatt Verryll. En 1927 escribió dos trabajos: Excavaciones en la Provincia de Coclé: Panamá y La Pompeya de la América Antigua: Un vasto establecimiento destruido centurias antes de Cristo.
Verryll hizo un plano del templo de Río Caño, donde anotó 86 columnas; funcionarios panameños han señalado que hay, de ese sitio, 150 columnas en museos de los Estados Unidos. Aparte de las ideas de Verryll, con estas columnas hay que contar, puesto que es posible que se trate de un sitio ceremonial con funciones religiosas.
Uno de los nativos que primero discutió, no los hallazgos de Verryll, sino sus interpretaciones, fue Narciso Garay, en su libro Tradiciones y Cantares de Panamá -(Bruselas 1930). Garay decía lo siguiente (1930:87)
La lectura reciente de los trabajos de Hyatt Verryll sobre una cultura antigua cuya sede se localiza en Coclé, así como las teorías extrañas que con tal motivo sustenta este autor contrariando todas las ideas consagradas en la materia, me inclinaban à trasladar a la cabecera de la Provincia de Coclé mi cuartel general.
Pero Don Héctor Conte, de cuya imparcialidad nadie puede sospechar, calmó de raíz mis ardores coclesanos calificando de visiones los hallazgos arqueológicos de Hyatt Verryll y de hiperbólicas sus teorías sobre la irradiación de una cultura prehistórica coclesana de la cual pasaban a ser simples tributarias las civilizaciones tolteca, maya, chibcha y preincaica que le sucedieron.
Ya un ilustre visitante de Panamá, el General Dawes, Embajador de los Estados Unidos en Inglaterra, contaminado por la fantasía optimista del escritor norteamericano y creyendo encontrar en el potrero de Doña Hortensia Grimaldo cuyo subsuelo trajinó Hyatt en todo sentido, la sede de la moderna Pompeya, estuvo a punto. de realizar esa misma excursión de la cual pudo disuadírsele a tiempo.
Max Uhle y su “Estudio de la Cronología y Relaciones de las Antiguas Civilizaciones Panameñas” -1925- (Imprenta de la Universidad, Quito).
Max Uhle fue un arqueólogo alemán que investigó en el Ecuador y que se interesó tangencialmente en el Istmo de Panamá. Sus observaciones sobre la Prehistoria del Istmo se basaron en algunas colecciones particulares y una colección en el Museo que estaba en el lnstituto Nacional de Panamá. Fue el Lic. Agustín Ferrari quién procuró mantenerlo informado de los encuentros en esta localidad. Uhle sustentaba la teoría Monogenética, es decir que todas las civilizaciones superiores americanas descendían de fuentes mayoides centroamericanas. Con tal teoría como base planeaba el trabajo que consistiría en determinar la relación de cada una de las civilizaciones americanas con sus fuentes mayoides originales y en “establecer de esta manera su árbol genealógico natural”.
Los objetos del Istmo serían clasificados entre los submayoides que principalmente los constituían. Para el tiempo de Uhle los objetos más conocidos de la Arqueología Panameña eran los de Chiriquí y uno de sus propósitos era el de completar con su teoría monogenista las clasificaciones de Holmes (1888) y MacCurdy (1911).
6. La idea de las culturas provinciales
En las etapas anteriormente descritas, los datos obtenidos principalmente de Chiriquí, fueron aplicados indiscriminadamente para explicar las antigüedades del Istmo. Se entendía de la Cultura del Istmo de Panamá.
Por los años 40 comenzaron a diferenciarse lo que podríamos llamar culturas provinciales.
Varias de las provincias políticas del Istmo fueron estudiadas y se formó un panorama geográfico de las antigüedades, sin que se llegara a tener más que una idea moderada de la profundidad temporal. La tendencia parece haber comenzado con la proliferación de estudios sobre la Provincia de Chiriquí.
Continuó con la publicación del libro de Linné en 1929 llamado “Darien in the Past”.
Siguió con Lothrop en 1937, con la publicación del primer libro llamado Coclé, Estudio Arqueológico del Centro de Panamá. Continuó con el mismo autor en su estudio de 1950: Arqueología del Sur de Veraguas y parece culminar con el excelente escrito de Alain Ichon de 1974 llamado Arqueología del Sur de la Península de Azuero: Panamá.
Ángel Rubio en sus publicaciones de los años 40 y 50 difundió muchísimo la noción de que había las culturas provinciales siguientes:
- Cultura de Chiriquí.
- Cultura de Coclé.
- Culturas del Darién.
En 1937 se publicó el Primer Tomo de Samuel K. Lothrop y en 1942 el segundo tomo de “Coclé, un Estudio Arqueológico del Centro de Panamá”.
Las ideas de Lothrop cran las siguientes sobre Sitio Conte:
- Aldea pequeña.
- Pertenecía a una sucesión de jefes.
- Estos vivían en el sitio con sus mujeres, plebeyos y esclavos.
- Era residencia veraniega y fue usada por unos doscientos años.
- Las tumbas grandes eran de miembros de la clase gobernante conocidos en tiempo de la conquista con el nombre de Quevi.
- El otro grupo de tumbas era de cabras o clase guerrera.
- Las tumbas pequeñas pertenecían a la plebe.
- Los cuerpos adicionales encontrados en las tumbas pertenecían a auxiliares o esclavos.
- Los esqueletos de mujer pertenecían a esposas obligadas por lealtad o por la fuerza a seguir a sus maridos a la tumba.
Elicia Lezcano nació en 1914 en Cuchilla. Casada con Pedro Corella, vivía en Barriles. Escarbaba en secreto porque encontró en la superficie tiestos y piedras. Lo primero que encontró excavando fue una ’mano de gente” de piedra. En el mismo punto logró desenterrar ocho “muñecos”. Aparentemente estaban parados en fila, encima de pilares. Pidió ayuda a Pedro Corella y a sus once hijos y sacaron la gran mesa (metate) que se exhibe en el Museo del Hombre Panameño.
A continuación intervino el Dr. Alejandro Méndez quien publicó el artículo El Hallazgo de Barriles. El inventario de Méndez incluía: Diez cuerpos incompletos, doce pedestales, algunas cabecitas humanas y las estatuas, una doble, dos con pedestal y sin cabezas, una con sombrero cónico. (Revista Épocas. 25 de junio de 1947). Ángel Rubio publicó en 1949 un folleto mimeografiado llamado Indios y Culturas Indígenas Panameñas, una parte del cual es llamada Exploraciones y descubrimientos en 1949. Se trata de un excelente resumen que circuló entre el elemento estudiantil por los años siguientes. Decía así:
Cuando cerramos este capítulo (abril de 1949), se han llevado a cabo nuevas exploraciones del Dr. Matthew Stirling.
En Abril del presente año, el profesor panameño Sr. Isidro Beluche, informa (La Nación, 4 de Abril de 1949) haber descubierto una importante zona arqueológica situada en las proximidades de la Granja Agrícola de Divisa, en la carretera que conduce desde Divisa a Chitré. Consiste en varios montículos aislados, uno de los cuales sobrepasa de los treinta metros; su descubridor lo ha denominado La Pirámide de París. Estima su descubridor que son sepulturas indígenas, de forma semiesférica, que recuerdan los montículos que en Guatemala llaman “Cues”. La Pirámide de París (más de 30 metros de alta) es un montículo aislado cuyas caras laterales presentan un declive simétrico; tiene cuatro aristas correspondientes a una pirámide cuadrangular, todas ellas orientadas a los cuatro puntos cardinales. Los primeros resultados de las exploraciones del Dr. Stirling en 1949 han sido resumidos del modo siguiente (Sobre Arqueología de Panamá. Épocas, Mayo 1, Extracto de Rodrigo Miró):
Las tres grandes zonas arqueológicas situadas entre la Zona del Canal y Costa Rica son:
La de Coclé, la de Veraguas y la de Chiriquí, cada una con tipos propios de cultura material y de alfarería.
Se sabe muy poco acerca de su edad, duración y períodos a que pertenecen.
Dos meses gastó el Dr. Stirling en trabajos arqueológicos, en el área del Volcán de Chiriquí, dedicados a estudiar estratigráficamente los cambios de los estilos artísticos, su antigüedad y duración. La localidad de Barriles fue el centro de los trabajos.
Cree el Dr. Stirling que hacia la segunda mitad del Siglo XV (antes por lo tanto de la llegada de los españoles) el Volcán de Chiriquí, después de miles de años de inactividad, entró en pequeña actividad y construyó un cono volcánico muy simétrico. La pared norte del cráter (cráter que antes de la erupción contenía un lago pequeño) fue rota y grandes avalanchas de fango y de piedra se vertieron por la región, las emanaciones gaseosas y las cenizas recubrieron también el área adyacente y, en un radio de diez o quince millas, destruyeron la vegetación, la región quedó inhabitable. De esta erupción suficientemente llamativa, no hay noticias recogidas por los primeros cronistas españoles. Todos los restos, tumbas y objetos arqueológicos de Barriles, así como los demás encontrados en otros yacimientos típicos de la Cultura Chiricana, se encuentran por debajo de la capa de cenizas.
7. Profundidad temporal
Si en años anteriores al medio siglo habían prevalecido ideas relativas a la localización geográfico-política de las culturas, al mediar el siglo comienzan a imponerse ideas de profundidad temporal.
Esto quiere decir que ya no se iba a insistir mucho más en la Cultura de Chiriquí, o la Cultura de Coclé, o la Cultura de Herrera. Ahora se comenzaría a insistir sobre qué secuencia para Chiriquí o qué secuencia para Herrera.
Esto es así puesto que cualquiera de aquellas provincias políticas no tiene una cultura, una única cultura sino varias, acomodadas según pasa el tiempo. Ahora pues comenzarían los descubrimientos de la profundidad temporal de las culturas, el apilamiento de culturas en una misma localización general. En los años subsiguientes se encontrarían culturas y fases culturales antiguas, muy antiguas y recientes, en Chiriquí, por ejemplo.
Este nuevo ejercicio fue facilitado por la aplicación del recién descubierto método de Carbono 14 o radiocarbón, método que sirve para fechar con precisión no imaginada antes, las antigüedades.
Gordon R. Willey y Charles McGimsey - 1954
El descubrimiento de Gordon Willey es de mucha importancia aún ahora en los años ochenta, pero cuando ocurrió la publicación en 1954, fue aún más importante. Esto es así porque descubrió las huellas de los primeros ceramistas en el Istmo de Panamá. Esto empujaba el conocimiento de la prehistoria del Istmo hasta 2100 A.C. cuando la había encontrado a su llegada por el 500 después de Cristo.
La situación en cuanto a antigüedad sabida para los tiempos en que trabajo Willey era la siguiente: Los trabajos fechados comparativamente por S.K. Lathrop en 1937, 1942 y 1950 sobre sitios de Coclé y Veraguas cuya cobertura temporal iba aproximadamente del 500 al 1,600 después de Cristo. Y el trabajo de Willey profundizó 2,500 años para atrás.
Gordon Willcy acompañado por Charles McGimscy publicaron el fruto de su trabajo en un libro brillante, en inglés, llamado La Cultura de Monagrillo de Panamá. La edición corrió a cargo del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard en Cambridge.
El libro es sobre el conchero de Monagrillo, técnico, sin pretensiones artísticas. Pero es la base de un período que transcurre como del 3000 antes de Cristo hasta el primer milenario antes de Cristo.
Willey y McGimsey intuían en su libro la correlación que se había dado en otras partes entre la aparición de la cerámica y la aparición de la agricultura de maíz, en su estadio formativo, pero obtuvo sólo datos indirectos, como por ejemplo instrumental de piedras adecuado particularmente para menesteres agrícolas.
El Cerro Mangote de McGinsey - 1956
En otras partes de América, la idea de la existencia de un periodo pre-cerámico estaba ya hecha tentativamente cuando llegó a Panamá, Charles McGimsey. Aquí McGimsey fue el primero en plantear la existencia de un período que cubriera el tiempo anterior a la difusión de la cerámica en el Istmo. Además, cuando la publicación salió a la luz, 1956 , sus datos e interpretaciones revelaron la más antigua ocupación del Istmo que tuviera datos incontrovertibles, datos de Carbono 14 de 4853 antes de Cristo. La obra de McGimsey se llama Cerro Mangote: Un Sitio precerámico en Panamá. Fue publicada en la Revista “American Antiquity” (Vol. 22 No. 2, Salt Lake City).
Los datos que aportó McGimsey fueron muchos. Entre otros los siguientes: Se trata de un conchero usado como sitio de habitación y también de enterramiento hace unos 7,000 años, al norte del Rio Santa María. Está localizado en una antigua línea de costa que queda como a 10 km. de la actual.
En el tiempo durante el cual fue ocupado Cerro Mangote el mar estaba a un kilómetro del sitio y era una especie de pantano salado donde se cogían conchas, moluscos y peces. En los alrededores, había río y sabana donde podían cazar.
La gente de Cerro Mangote dependía mucho de animales marinos y buena prueba de ello es que el sitio está en un conchero. Además molieron productos vegetales con piedras de rio. Al no encontrar puntas de proyectil se supone que su cacería la hacían en otro lugar.
Los esqueletos estaban adornados con pendientes de conchas. Se encontraron 67 entierros. Algunos esqueletos estaban flexionados, otros desarticulados y apilados, algunos estaban mutilados, otros intactos, algunas tumbas tenían un solo esqueleto, otras, varios. Todos los datos señalan hacia que ahí acampaba un único grupo.
The Archaelogical Society of Panama - 1958
Fue una organización establecida en la Zona del Canal. La idea surgió en 1949 y comenzaron los esfuerzos para formar un Club de Arqueología. Se fundo la “Panama Socicty for the Advancement of Archaeology and Natural Science”. En 1955 se adoptó el nombre de “The Archaeological Socicty of Panama”. En 1958 se publicó su primer boletín con artículos de Eva M. Harte, B.J. Brown, Thelma H. Bull, Mrs. Karl Curtis, Philip L. Dade, Neville A. Harte, Dan Sander, R.H. Mitchell, R.G. Turner. Las publicaciones continuaron hasta la extinción de la Sociedad aproximadamente en 1965.
A continuación se detallan los contenidos de algunos números, advirtiendo que están en inglés y que serán los títulos traducidos al español.
En el número de 1958 aparecieron los artículos siguientes:
- “Excavaciones en Playa Venado: Zona del Canal”, por Thelma H. Bull.
- “Mi primera experiencia arqueológica en Panamá’”, por Karl Curtis.
- “Una cueva del Lago Madden”, por Neville A. Harte,
- “¿Quién dice que la aventura ha muerto”? por Phyllis E. Turner.
- “Informe sobre las excavaciones de Playa Venado”, por Dan Sander, Russell Mitchell y R.G. Turner.
- “Entierros en la cima de Montañas”, por Eva M. Harte.
En el número de Panama Archaeologist de 1959 (Vol. II No. 1) apareció lo siguiente:
- “La línea de costa ascendente en la bahía de Panamá, permite estudios arqueológicos únicos”, por Kenneth Vinton.
- “Entierros en tumbas en el S.E. de Veraguas”, por Philip L. Dade.
- “Un vaso de cerámica sin informar de Panamá”, Dr. Russell H. Mitchell.
- “Puntas Acanaladas del Lago Madden”, por Dan Sander.
- “Tipos de cerámica chiricana”, por Dr. Wolfgang Haberland.
- “Petroglifos en Panamá”, por Eva M. Harte.
- “Puntas de proyectil de Panamá”, por Dr. Russell H. Mitchell.
- “La rana afortunada”, por Mrs. Karl P. Curtis.
- “Un entierro en Río Grande”, por James Zelsman.
- “Informe preliminar sobre un sitio arqueológico en el Distrito de Chame, Provincia de Panamá, Rep. de Panamá”, por Thelma H. Bull.
El volumen de Panama Archaelogist de 1961, fue el volumen 4 No. 1 y contenía los siguientes articulos:
- “Un descubrimiento arqueológico: Río Negro”, por Dan Sander.
- “Una colección de cerámica de Parita”, por Russell Mitchell y John Acker.
- “La efigie de la rana y los grandes vasos policromados de Parita”, por Leo P. Biese M.D.
- “Un entierro en urna -Playa Venado”, por Theima Bull.
- “Un arte cerámico del Oeste de Panamá: El Pez-Raya”, por Philip L. Dade.
- “Nuevos nombres para los tipos de cerámica chiricanos”, por Wolfgang Haberland.
- “Un nuevo tipo de cerámica de la Provincia de Herrera, Panamá”: por Russell H. Mitchell y John Acker.
- “Una vasija de cerámica poco corriente procedente de las montañas de Campana”, por Rusell H. Mitchell.
- “Decreto No. 87 sobre La Comisión Nacional de Arqueología y Monumentos Históricos - 21 de Marzo de 1962”.
- Ley que regula la exploración arqueológica en la Zona -Enero 20, 1962, 87vo Congreso en la Cámara de Representantes.
El volumen de Panama Archaeologist, Volumen 6 No. 1 de 1965, contenía lo siguiente.
- “Los círculos problemáticos de la Península de Azuero, Panamá”, Dan Sander.
- “Artefactos de Piedra de la Provincia de Chiriquí”, Thelma Bull.
- “Nuevos desarrollos en la Península de Azuero, Provincia de los Santos, Rep. de Panamá”, Russell H. Mitchell y James Heindeinreich.
- “Informe de las investigaciones arqueológicas en la Península de Azuero, Provincia de Hetera, Rep. de Panamá”, Thelma Bull.
- “Pirámides de Panamá en Parita”, D.H. Elliott.
8. Sitios
Los años sesenta fueron dedicados fundamentalmente a los sitios arqueológicos. Esto de sitios se refiere a estaciones no espectaculares como Sitio Conte, sino a estaciones más humildes que pudieran ofrecer una imagen más normal del desarrollo.
Una de las ideas guías procede de los años cincuenta.
Se trataba de llenar vacíos cronológicos y espaciales que abundaban en el inventario.
Esto es lo que explica, al menos parcialmente, las operaciones del personal agrupado en el Museo Chiricano, así como el ingente esfuerzo que significó el Primer Simposium de Arqueología y Etnohistoria de Panamá. En 1965 apareció por primera vez el Boletín del Museo Chiricano, publicado por el Colegio Félix Olivares de David. Estc “boletín” continuó en operación hasta 1968.
En el primer número de 1965 aparecieron las notas siguientes:
- Josué Morales y Roberto de la Guardia: “Un sello de la cerámica, Concepción”.
- Roberto de la Guardia: “Informe preliminar sobre el Sitio Santa Marta-Chiriquí’.
- Observaciones sobre la Fase Cerámica de Aguas Buenas, Chiriquí.
El segundo número de 1966 tenía las notas siguientes:
- “EI Portador: Santa Marta”, por R. de la Guardia.
- “El Sitio Solano: Concepción”, por R de la Guardia y Marco Guerra.
- “El Sitio Dolega”, por Máximo Miranda, Juan B. Pérez y R. de la Guardia.
- “El Sitio Guarico: Caldera”, por Effendi Friedman y R. de la Guardia.
- “Breve Reseña del indigenismo en Panamá”, por Dra. Reina Torres de Araúz.
El tercer número del Boletín del Museo Chiricano aparece en noviembre de 1966; contenía lo siguiente:
- “El Sitio Guacamayo”, por Neville Harte.
- “El Sitio Tinajas”, por R de la Guardia.
- “El Sitio El Cedro de Exquisito”, por Pablo Beitia.
- “El Sitio Álvaro Miranda”, por Smith Camargo.
- “El Sitio Buena Vista”, por Kaliros Quintero.
- “El Sitio Paso de Canoa”, por Abelardo Castro.
El cuarto número apareció en mayo de 1967 ; contenía lo siguiente:
- “Sepulturas indias del Departamento de Chiriquí en el Estado de Panamá”’, por M. A. de Zeltner.
- “Querévalos”, por Eugenio Flinn y Roberto de la Guardia.
- “Los Entierros de Barbacoa, de Banquillo y de Bóveda”, por Benigno Rangel.
- “Sitio Sioguí: Cementerio Chiriquí Clásico”, por Roberto de la Guardia.
- “Tumbas de Paraíso (Boquerón)”, por Eduardo Esquivel.
El número 5 del Boletín del Museo Chiricano apareció en diciembre de 1967 y contenía lo siguiente:
- “El influjo veragüense en Chiriquí: El complejo de Mesilla”, por Luis Máximo Miranda.
- “El Campo de urnas de San Pablo”, por Kaliros Quintero.
- “Un entierro de San Andrés”, por José Acosta.
- “Descubrimiento en Rompío: Chame” por Nidia E. Romero, Everardo del Rosario y Antonio Chang.
- “Ellas en Hornito”, por Ronald Naranjo y Aníbal Ríos.
- “La Fase Aguas Buenas en Horconcitos”, por Ovidio Jurado y Abelardo Castro.
- “EI Sitio Veros-Fistonich: Cerro Punta”, por Genoveva Rodríguez y Anayansi Ureta.
El número 6 del Boletín apareció en mayo de 1968 y contenía lo siguiente:
- “Los Hallazgos de Santa Marta”, por la Dra. Mercedes Luisa Vidal-Fraitts.
- “Las Figuras Líticas de Barriles, en Panamá”, por el Dr. Wolfang Haberland.
- “Le probleme de la ceramique de Barriles”, por Alain Ichon (en francés).
El último número del Boletín del Museo Chiricano fue el del 7 de Noviembre de 1968; contenia lo siguiente:
- “Períodos de la Prehistoria”, por R. de la Guardia.
- “El Cacao de Dolega”, por Genoveva Rodríguez y R. de la Guardia.
- “El Sitio Guayabal”, por Luis Máximo Miranda.
- “Geological evidences of ancient man in Panama” (en inglés), por Roberto H. Stewart.
- “Jade Maya de Yeguare: Honduras”, por Eduardo Esquivel.
- “Informe dental sobre piezas de Chame y San Pablo”, por Dra. Miriam Y. Corsen.
En 1967 se publicó el estudio de Alexandra Sartori-Bartlett llamado Estudios Palinológicos de la Cuenca del Gatún. Se trata de un intento de solución del problema del cultivo de maíz en el Istmo. Se pensaba que su inicio podía coincidir con la aparición de la cerámica y además, el asunto del origen de esta planta cultivada a partir de especies silvestres y su lugar de origen.
Teocinte y Tripsacum son los candidatos más fuertes de los cuales surgirían maíces cultivados.
Sartori-Bartlett obtuvo polen de excavaciones profundas y propuso que para el año 4200 antes del presente el porcentaje de polen de árboles y maleza disminuyó. Adicional al incremento del polen de maíz y hierba se notó la aparición de pavesas de carbón.
En 1965 apareció el Informe preliminar sobre el Sitio Santa Marta: Chiriquí de Roberto de la Guardia. Decía el informe que en los alrededores de aquella población se encontró un “barril” con una figura tallada en uno de sus extremos. Además se obtuvo un fragmento de estatua, que fue llamado “Hombre sobre Esclavo”. El fragmento muestra la parte inferior de un cuerpo humano sentado sobre los hombros de otro humano.
En 1966 fue publicada una breve nota sobre El Portador. Se trata de otra estatua doble de Santa Marta, encontrada también en 1965, en la finca de Micaela Samudio muy cercade donde se encontró el “Hombre sobre Esclavo”. En esta segunda figura se disciernen la cabeza y los brazos del portador y los cuartos traseros del portado.
De esta manera, la idea que comenzó a construirse con Barriles se va completando con los hallazgos de Santa Marta y Río Negro.
La misión arqueológica francesa
Fue dirigida por el Dr. Alain Ichon, quién centró sus investigaciones en el Sur de la Península de Azuero. En primer lugar registraron todos los sitios arqueológicos de la zona haciendo para cada uno, una recolección de superficie, rápidos sondeos y llegando a hacer un pozo estratigráfico si resultaban interesantes. Un reportaje sobre la Misión Arqueológica Francesa fue publicado en el periódico El Mundo de 22 de mayo de 1966. Como quiera que contiene conceptos interpretativos de como debían hacerse las cosas aquí, lo transcribimos:
“La Misión Arqueológica Francesa tiene en el señor Alain Ichon un representante asignado para la región del Istmo de Panamá, con el objeto de iniciar trabajos de campo en materia arqueológica. Hasta ahora sólo ha hecho viajes de reconocimiento por el interior, sin embargo, la corta estadía le ha impedido recorrer todo el país como se esperaba.
“Una vez escogido el sitio, lo que probablemente se haga a finales del año 1967, se empezarán los trabajos inmediatamente.
“El objetivo principal de la Misión Francesa no es el de descubrir yacimientos fabulosos como los de Sitio Conte -aunque no se excluye esta posibilidad - sino de obtener nuevos indicios arqueológicos que permitan llenar los vacíos cronológicos de la prehistoria del Istmo. Quizás más importante que encontrar los restos de una alta cultura precolombina, como la de Sitio Conte, es descubrir aquellos primitivos elementos culturales que dieron origen a una evolución que dio como consecuencia las altas culturas. Un intento de cronología o de secuencia cultural ha sido hecho ya por C. Baudez, del Museo del Hombre de Paris, basándose en los resultados de numerosas investigaciones realizadas en el Istmo. El trabajo ha sido uno de los mejores para la región conocida como La Baja Centroamérica (incluye Nicaragua, Costa Rica y Panamá).
“Lo que resalta del mismo no es tanto lo que se ha logrado sino los grandes vacíos o lagunas que existen en la arqueología de esta región, de la cual Panamá ha sido una de las áreas que ofrecen una secuencia cronológica más completa (por lo que respecta a la región de la Bahía de Parita).
“Sin embargo, regiones como el Este de Panamá (Darién y Panamá), la costa atlántica, etc. permanecen prácticamente desconocidas.
“Este es, pues, el objetivo de la Misión Francesa en Panamá: Descubrir nuevos indicios de la evolución, migraciones, cte., de las culturas precolombinas del Istmo”.
El Primer Simposium Nacional de Arqueología y Etno-Historia de Panamá, se celebró en la Ciudad de Panamá del 11 al 15 de Marzo de 1968 y tuvo sus sesiones en la Universidad de Panamá.
El simposio y las actas fueron patrocinadas por el Centro de Investigaciones Antropológicas y la Escuela de Temporada de la Universidad de Panamá.
El simposio fue dirigido por la Dra. Reina Torres de Araúz, Expositores y Exposiciones fueron los siguientes:
- Dra. Reina Forres de Araúz: “Estado Actual de los Estudios Arqueológicos de Panamá”.
- Dr. Roberto de la Guardia: “La Cultura de la Fase Burica”.
- “Dr. Alain Ichon:”Informe preliminar sobre las investigaciones arqueológicas en el Sur de la Península de Azuero”.
- Don Crusoe y W. Snyder: “Notas sobre el Río Mata Ahogado y una mandíbula”.
- Dr. Horace Loftin: “La ecología en la arqueología y etnohistoria de Panamá”.
- Henry Baker: “Actuales excavaciones arqueológicas en Panamá La Vieja”.
- Arq. Demetrio Toral: “Conceptos estéticos en las expresiones artísticas de la Cultura Barriles”.
- Geólogo Robert Stcwart: “Evidencias Geológicas del Hombre primitivo en Panamá”.
- Dr. Alfredo Castillero Calvo: “El Negro Libre en Tierra Firme: Introducción al Estudio de un grupo marginal”.
- Dra. Bronwy Hankey: “La Tarea del Arqueólogo”.
- Ing. Dan Sander; “El Paleoindio en Panamá”.
9. Subsistencia
Se trata de las operaciones de los años setenta de nuestro siglo. En un resumen de Cooke (1981) se señalaba que se habían logrado dos objetivos:
- La ampliación de nuestro conocimiento del precerámico y el cerámico temprano.
- Se obtuvieron datos primarios sobre actividades de subsistencia y se delineó la evolución de las comunidades agrícolas.
Las operaciones de los nativos lograron la formación del Museo del Hombre Panameño (1976) y el Parque Arqueológico de El Caño (1979). Todo el esfuerzo de construcción de Museos es dirigido por la Dra. Reina Torres de Araúz. Olga F. Linares escribió en 1975 su artículo Agricultura Prehistórica en las Tierras Altas Tropicales, Linares excavó una aldea en Sitio Pittí en el Valle de Cerro Punta. Se trata de una aldea pequeña al lado de la Quebrada Callejón.
La ocupación humana estaba debajo de una capa de piedra pómez volcánica de 5 a 15 cm de espesor. Se excavó una vivienda ovalada o circular, de 7 a 8 metros. Entre Ios útiles de piedra estaban los que se asocian con la preparación de maíz, además de útiles para trabajar madera Recobró muestras de maíz primitivo del relacionado con razas del Perú, además, frijoles, productos palmíceos y aguacates.
La aldea de Sitio Pittí tenía medio kilómetro de longitud y era una entre varias aldeas en los alrededores. Un cálculo del número de habitantes dio 653. La ocupación comenzó por el 200 antes de Cristo.
El Museo del Hombre Panameño
La Dra. Reina Torres de Araúz (q.e.p.d.) publicó en 1976 el folleto titulado Museo del Hombre Panameño donde se describe la importante obra.
En su descripción decía así:
-“La inauguración del Museo del Hombre Panameño significa un importante hito en nuestra jomada. Es el producto de muchos esfuerzos y es la objetivación de una antigua ambición: Dotar a nuestra patria de un museo donde el panameño pudiera encontrarse a si mismo, en la rica diversidad de razas y culturas que componen su nacionalidad.
“Pero no por ello ha sido concebido como un Musco Etnográfico, simplemente. Adquiere una función antropológica completa al presentar la dimensión temporal de ese hombre panameño, desde los más antiguos testimonios de su plataforma geológica, pasando por los primeros pobladores, hasta llegar a las aldeas productoras de alimentos y a la extraordinaria floración de las altas culturas, que la arqueología nos ha revelado y que a principios del siglo XVI se encuentran con el europeo, en una gesta simbólica que estereotipa entonces a las culturas hispanoamericanas. La dimensión ecológica, escenario circundante del hombre, mantiene su presencia a todo lo largo de la museografía. Es pues un museo dedicado a mostrarnos nuestras profundas raíces culturales, a recordarnos el privilegio de nuestra diversidad racial y a enseñarnos a respetarnos como seres humanos. Con todo ello, nos dota de la conciencia necesaria para proyectarnos a un futuro de completa realización nacional y soberana”. (1976:15).
Richard Cooke publicó su artículo Coclé y su arqueología en 1977. La aldea que encontró Cooke la nombró Sitio Sierra. En el primer milenio antes de Cristo percibía una reorientación de los patrones de asentamiento en el Istmo. De los abrigos de piedra y concheros se pasa a aldeas de agricultores de maíz. En Sitio Sierra localizó tres estructuras domésticas. Una de ellas era una casa ovalada de unos 7 metros en el eje largo y 3.50 en el corto. En el interior había fogones en forma de pozos alargados y fogones de tres piedras. Se cree que las paredes se hacían de empalizadas de cañas sin repello o que no tenían paredes. Encontró nidos de avispas congo (sceliphron) que tenían impresas huellas de pencas y de hierbas, lo cual hace suponer que se usaban tales materiales. La Pecha te ocupación de Sitio Sierra es del 240 antes de Cristo y fue obtenida al lado de uno de los esqueletos más antiguos de un cementerio localizado en el estrato inferior del Sitio.
Otro esqueleto tenía una ofrenda de maíz, mientras que a otro to enterraron con los materiales de su oficio, el de fabricante de hachas pulidas.
El ambiente era de extensos campos cultivados, con yerbatales y bosque secundario en la orilla norte del Rio Santa María.
En 1977 se publicó el estudio de Olga Linares llamado (título traducido) Ecología y las Artes en el Antiguo Panamá: Sobre el desarrollo del rango social y el simbolismo en las Provincias Centrales.
Un resumen de los puntos de vista de Linares se presenta a continuación:
- Los Cacicazgos de las Provincias Centrales can alianzas políticas flojas, Grupos de aldeas en diferentes tiempos cooperaban para propósitos particulares: para guerrear, para controlar las rutas de comercio, para obtener mujeres, para aumentar prestigio.
- Se trata de sistemas políticos contingentes, No había centros permanentes de poder que coordinaran las actividades económicas sociales o religiosas como los hay en sistemas políticos continuos.
- Cuando un jefe sobresaliente tenía el poder, su aldea era la más importante. Cuando moría o cuando su fortuna declinaba, tanto las personas como las aldeas competían por el poder.
- Sitio Conte era un cementerio, de clase especial, porque era de alto status, un lugar donde aldeas aliadas o en guerra unas con otras, enterraban sus muertos con pompa y ceremonia.
- Los enterrados eran gente de status: individuos que habían ganado su distinción en guerra (cabras) eran enterrados juntos en tumbas compuestas.
- Una de las razones que mueven a pensar que no era un cementerio corriente es el hecho de que no había infantes enterrados.
- El Sitio parece haber sido usado en ciertas estaciones del año solamente y abandonado a veces. El sitio se inunda y se empantana. Es por esta razón que los cuerpos cran preservados por fuego (momificados) y cuando llegaba el verano enterrados en el Sitio Conte.
- Parece haber sido tan importante el ser enterrado en Sitio Conte que un grupo de aldeas en competencia puede haber usado el Sitio, saqueado tumbas de otros y usado las mismas facilidades, como altares y columnas que se encontraron en el sitio.
En 1977 Junius Bird y Richard Cooke publicaron Los artefactos más antiguos de Panamá, donde explicaban que dos tipos de puntas de proyectil Paleoindias demuestran la presencia en Panamá de cazadores de mamíferos grandes alrededor de 9000 Antes de Cristo.
Estos artefactos serian instrumento principal de cacería, especie de puntas de lanza, trabajadas simétricamente en ambos lados, con las cuales mataban los grandes animales (megafauna).
- Punta Clovis (acanalada).
- Punta Cola de Pescado (Pedunculada).
A los autores de esos artefactos se les suele llamar Paleoindios o sea grupos humanos que habitaban el Nuevo Mundo a fines de la Época Pleistoceno y a comienzos del Holoceno.
El escrito de José María Cruxent se denomina Testimonio de la Presencia del Hombre Prehistórico en Panamá. 1979.
Las ideas de Cruxent están dirigidas hacia la búsqueda de la relación entre seres humanos y megafauna en el lstmo. En efecto, a piensa que ha encontrado en el fondo de la antigua tembladera de El Hatillo, ya explorada por Gazin, objetos de piedra de factura humana. Que esa notable colección de animales de El Hatillo, está relacionada con seres humanos que hacia ese sitio los habrían espantado para que se empantanaran y poder matarlos.
La Dra. Reina Torres de Araúz publicó en 1979 el folleto titulado Parque Arqueológico de El Cano: Provincia de Coclé.
Ahí informaba que el Parque Arqueológico de Coclé, al inaugurarse, contaba con los siguientes elementos:
Área de alineamientos de columnas y de la calzada
Cuarenta y seis columnas basálticas han sido levantadas y restauradas. Se ha sacado a la Tuz una “calzada” o plazoleta hecha de piedras de río escogidas, que debió ser el basamento de la misma.
Área de montículos funerarios
Uno de ellos, el No. 3, ha sido excavado y habilitado para su observación. Un gran techado de fina paja “pullúa” lo cubre, construido por campesinos de la región coclesana, según técnicas de raigambre indígena. El visitante podrá ver los enterramientos primarios y secundarios de cuatro metros de profundidad, en urnas, con el ajuar fúnebre correspondiente. Los esqueletos originales han sido reemplazados por réplicas en plástico, como vía de salvamento de los auténticos, que se guardan en depósito.
Museo de Sitio
Este pequeño edificio, que sigue el patón arquitectónico de la típica casa campesina, acoge temporalmente las colecciones en exhibición. En realidad, está destinado a ser una estación de excavación arqueológica, que servirá como oficina, depósito y salón de estudio. En este pequeño musco, se pueden observar los objetos de cerámica, lítica y orfebrería procedentes de las excavaciones del sitio ceremonial, lo mismo que un bello mural alusivo al encuentro de la cultura española y la natariega, obra del pintor nacional Carlos López. Una maqueta del llamado “Templete” tal como lo visualizó Hyatt Verryll, obra también de Carlos López, ilustra al respecto.
Gran Bohío Circular
Construido siguiendo el diseño de las casas del indio natariego, dejado por los conquistadores y cronistas, este gran bohío acoge el auditórium, la pequeña sala de exhibiciones temporales y la tienda de artesanía y publicaciones del parque.
Campesinos venidos de las montañas de Coclé hicieron el hermoso techo de paja “pullúa” y también las paredes de chonta y caña blanca, trenzadas con bejucos natives. Por sus dimensiones y patrón de construcción, semeja la casa de un cacique de la región.
Alrededor del bohío pueden observarse, en crecimiento, las plantas autóctonas americanas: maíz, zapallo, tomate, piña, guanábana, papaya, mamey y otras debidamente identificadas.
10. Primera oleada de población
Los años ochenta del siglo XX comenzaron con la publicación del libro Adaptative radiations in prehistoric Panama, editado por Olga Linares y Anthony J. Ranere. Se trata de una recopilación-interpretación de lo actuado por el equipo de Linares durante los años sesenta. Algunos de los estudios son los siguientes (títulos traducidos):
- A.J. Ranere: “Abrigos Precerámicos en la Cordillera de Talamanca”.
- O.F. Linares y P.D. Sheets: “Aldeas agrícolas de las Tierras Altas en la región del Volcán Barú”.
- O.F. Linares: “Ecología y Prehistoria de Ia Península Aguacate en Bocas del Toro”.
- O.F. Linares: “Ecología y Prehistoria de los Sitios del Golfo de Chiriquí”.
- O.F. Linares: “El registro cerámico: Tiempo y Lugar”.
- A.J. Ranere: “Herramientas de Piedra y su interpretación”.
- C.E. Smith: “Remanentes de Plantas de los Sitios de Chiriquí y antiguos patrones de vegetación”.
- W.C. Galinat: “Los remanentes arqueológicos de maíz de Volcán-Panamá. Una perspectiva comparativa”.
- O.F. Linares y R.S. White: “Fauna terrestre de Cerro Brujo (CA-3) en Bocas del Toro y La Pitahaya (Is-3) en Chiriquí”.
- E.S. Wing: “Fauna acuática y reptiles de sitios en el Atlántico y el Pacífico”.
- LF. Borgogno y O.F. Linares: “Fauna de Moluscos de ambos lados del Istmo”.
- P.D. Young: “Notas sobre la cultura tradicional Guaymi”.
- A.J. Ranere: “Los abrigos del Río Chiriquí: Excavación e interpretación de Ios depósitos”.
- P.D. Sheets: “La región del Volcán Barú: Localización de sitios”.
- S. Spang y E.J. Rosenthal- “El Sitio Pittí González (Bu-17): Excavaciones y Estratigrafía”.
- E.J. Rosenthal: “Excavaciones en Barriles (Bu-24)”.
- O.F. Linares: “Los Sitios de Aguacate en Bocas del Toro: Excayaciones y Estratigrafía”.
- O.F. Linares: “La Pitahaya (Is-9) en el Golfo de Chiriquí: Cartografía y Excavaciones”.
- A.J. Ranere: “Herramientas de Piedra de los Abrigos del Río Chiriquí”.
- S. Spang: “Clases de cerámica de los sitios del Volcán Banú”.
- O.F. Linares: “Clases de Cerámica de la Pitahaya (Is-3)”.
- R.G. Cooke “Cerámica policromada en la Región Central de Panamá en La Pitahaya (Is-3)”.
- M.O. Kudarauskas, O.F. Linares e I. Borgogno: “Clases de Cerámica de los sitios de Bocas del Toro (CA-3 y CA-2).
- P.D. Sheets, E.J. Rosenthal, y A.J. Ranere: “Herramientas de piedra del Volcán Barú”.
- C. Shelton Einhaus: “Herramientas de Piedra de La Pitahaya (Is-3)”.
- AJ. Ranere y E.J. Rosenthal: “Conjuntos Líticos de la Península Aguacate”.
- G.J. West: “Análisis de Sedimento de un núcleo de Isla Palenque”.
- K.H. Clary: “La identificación de granos de polen seleccionados de un núcleo de Isla Palenque”.
- P.D. Young “Marañón: Un informe de encuesta etnográfica entre los Guaimíes de Bocas”.
- J. Bort “Ecología y Subsistencia en sitios opuestos de la Cordillera Talamanca”.
En 1981 Richard Cooke publicó un artículo sobre Investigación arqueológica en el Panamá Central y Oriental. Ahí planteaba su opinión sobre la dirección que debían seguir las investigaciones arqueológicas en el Istmo. El proponía cinco problemas que debían aclararse, que son los siguientes:
- El final del Pleistoceno y el comienzo del Holoceno.
- El maíz, la cerámica y la población.
- Cuándo y dónde comenzó la vida en aldeas.
- Desde cuándo se pueden identificar cacicazgos en Panamá.
- El análisis de la fauna y su interpretación.
Las antigüedades vistas como parte de una Primera Oleada de Población
Lo que se ha hecho es una especie de historia de las posiciones de los intelectuales sobre el problema de la interpretación de las antigüedades del Istmo de Panamá.
Entre estas interpretaciones se destaca el hecho de que con frecuencia se trata de percepciones unilaterales, en el sentido de que son muy profundamente técnicas o muy restringidas en cuanto a las relaciones de los portadores de aquellas antigüedades.
Lo que se intenta debatir en este punto es el asunto de las relaciones de los portadores de aquellas antigüedades con los portadores más recientes en el Istmo. La posición de considerarlos como una primera oleada de población consiste de agrupar todo este acontecer antiguo con el más reciente, con el acontecer para cuya documentación se cuenta con escritos, y por último con el transcurrir actual.
Es poco frecuente que una visión unificadora de esta especie se tome en consideración probablemente debido a que a diferentes etapas del transcurrir se han dedicado diferentes ciencias con diferentes técnicas.
Y los científicos tienen tendencia a mirar sus ciencias como las únicas válidas y establecen entre ellas una incomunicación muy perceptible.
De esta manera, los problemas que estamos catalogando como antigüedades son coto de los arqueólogos. Los problemas que cuentan con materiales escritos son patrimonio de historiadores y etnohistoriadores, mientras que los problemas actuales, de nuestro tiempo, son asunto de varias ciencias tales como la etnografía, la etnología, la sociología, la ciencia política, la administración pública, la administración colonial.
Creemos que lo que estamos tratando es una unidad. Es decir, es una unidad lo que se trata como antigüedades istmeñas, que sigue en lo que se trata como ocupación percibida históricamente y lo que se trata como población amerindia actual.
Es decir, que el Istmo recibió un grupo de pobladores en tiempos glaciales el cual se constituyó en población permanente y se desarrolló a lo largo del tiempo marcado con el subtítulo de antigüedades hasta culminar en la población histórica y en la actual amerindia.
Durante el curso del tiempo de las antigüedades, esa población pudo haber sido reforzada por nuevas introducciones de la misma clase de gente, pero no hubo modificaciones sustanciales de la población base del desarrollo.
Guando se habla de Primera Oleada de Población se intenta decir de una población permanente que se origina en una primera oleada de pobladores y que de ahí se desarrolla ininterrumpidamente hasta nuestros días.
Y no se intenta decir que es una población de corredor, es decir, reemplazada cada cierto tiempo por invasores, de manera que en esta población de corredor lo que interesa no es la población sino el corredor, cuya naturaleza misma reemplaza su población cada cierto tiempo. O una población transitoria, en eso de moverse hacia otro sitio.